Mis padres:
Pablo Pérez Alfonso y Julia Belanche Pascual
Pablo Pérez Alfonso y Julia Belanche Pascual
4 - La vestimenta
La vestimenta de un día normal era de extrema austeridad, casi
rayana en el ascetismo.
A las mujeres, para quienes
la vida en esta época era muy dura, podemos imaginarlas como a las que vemos actualmente
en los documentales de países muy poco desarrollados, que además de cuidar de
la casa, de los animales, del huerto, de los hijos, de la comida y tantas otras
cosas, además, también tenían que saber coser, bordar y tejer, por pura
necesidad. Y buena falta que hacía en todos los hogares saber hacer calceta
para tejer con lana o algodón jerseys, medias y pedugos; coser para remendar
las prendas de vestir cuando se desgarraban o desgastaban, ya que no había
dinero para comprar otras nuevas. Recuerdo ver pantalones con pedazos añadidos en
los que el paño original solamente era un lejano recuerdo entre los numerosos
trozos procedentes de otras telas. Ahora a este arte se le denomina patchwork y
existen cursillos en talleres especializados para aprenderlo. ¡Quién me lo iba
a decir!
Analicemos la vestimenta de
esta época por géneros y edades.
Del hombre
Si sustituimos el sayal de la edad media por una camisa de algodón de cuello redondo y unos pantalones de pana, con tantos remiendos que no permitían reconocer el tejido original, tenemos el traje normal de trabajo de un hombre hasta mediados del siglo XX. La ropa interior, cuando se llevaba, tampoco es que fuera de lencería fina. Se componía de peleles de franela para el invierno, como los de los niños y de calzoncillos largos con rayas azules para el verano.
Para sujetar los pantalones y los riñones se usaba la faja, que normalmente la vendían los ambulantes que venían de la zona de Illueca y Brea y que además llevaban mantas, alpargatas y otros complementos, como se dice hoy día. La mencionada faja consistía en "una tira de tela o de tejido de punto de algodón, lana o seda con la que se rodea el cuerpo por la cintura, dándole varias vueltas" (tal como lo define el diccionario de la R.A.E.)
Como accesorios añadiremos una boina para cubrir la cabeza, que no hacía mucho que había sustituido al pañuelo, y para los pies, antes de calzar las albarcas, los protegían de los roces y de la intemperie con unos pedugos de lana, hechos en casa con lana de las ovejas.
Si el tiempo refrescaba se ponían encima de la camisa, bien un chaleco negro, o una chaqueta americana pasada de moda o un jersey gordo de lana también tejido a mano y en casa. Y cuando el frío apremiaba hasta temperaturas de congelación, se usaban las mantas, que muchas veces se recibían como dote de casamiento, algunas fabricadas en las cercanías por telares artesanales.
Cuando había que viajar o por festividades, para dar una nota de elegancia, prácticamente se envolvían mediante un tapabocas de terciopelo, ancho como media manta con el que se cubrían la cabeza y medio cuerpo, ya que se daban con él varias vueltas por el cuello y les llegaba hasta los hombros. Otras veces se abrigaban con una pelliza de paño con cuello de astracán o terciopelo, comúnmente heredada, que a su vez les servía para todos los miembros varones de la familia.
Un traje completo de americana y pantalón, las más de las veces cada hombre sólo se hacía uno en la vida: para el día de la boda. Y en esa ocasión la camisa sí que la adornaba con una corbata. Ese mismo traje es el que usaría posteriormente como mortaja.
De la mujer
La vestimenta de las mujeres, tampoco
es que diera lugar a ostentaciones y lujos. Encima del justillo y la camisa se
ponían la enagua, que la complementaban con un refajo en caso de frío. El traje
diario consistía en una bata que casi siempre era negra, debido a los lutos de
larga duración a los que siempre estaba sometida a lo largo de su vida,
protegida por un delantal basto que a su vez lo aprovechaba como utensilio de
trasporte, ya que mediante una doblez cogiendo las puntas con una mano, creaba
un hueco en el alda que le servía para introducir todo tipo de objetos, desde
huevos hasta verduras del huerto.
Las mayores todavía usaban saya negra
de tela gruesa, con la que se cubrían la cabeza y los hombros levantándola por
detrás a modo de mantón. Los niños en sus juegos, aprovechaban los vuelos de
estas faldas para esconderse bajo los anchos pliegues de las sayas de sus
abuelas, como si se tratase de una clueca.
Se cubrían la cabeza con un pañuelo negro anudado en la barbilla y las más viejas o las menos progresistas, todavía usaban una toca negra anudada a la nuca, al más puro estilo medieval. Los pies los calzaban con medias negras de algodón en todo tiempo y albarcas o alpargatas. Cuando refrescaba se ponían una chambra y si era poco la complementaban con una toquilla de lana tejida manualmente, cruzando los extremos en la cintura y anudándola en la parte posterior, con el fin de proteger los riñones.
Se cubrían la cabeza con un pañuelo negro anudado en la barbilla y las más viejas o las menos progresistas, todavía usaban una toca negra anudada a la nuca, al más puro estilo medieval. Los pies los calzaban con medias negras de algodón en todo tiempo y albarcas o alpargatas. Cuando refrescaba se ponían una chambra y si era poco la complementaban con una toquilla de lana tejida manualmente, cruzando los extremos en la cintura y anudándola en la parte posterior, con el fin de proteger los riñones.
De los niños
La vestimenta de los niños, tampoco difería en nada de la que hemos indicado para los mayores. Solamente deseo señalar, más bien como anécdota, que al menos los chicos se sujetaban el pantalón, del que ya casi no se distinguía la tela original, con un único tirante cruzado y a los más pequeños, para evitarles todos los inconvenientes en realizar sus funciones fisiológicas, se les practicaba en los pantalones sendas ranuras por delante y por detrás, con el fin de que no fuera necesario ni tan siquiera la simple acción de bajar la prenda. Para las chicas esto no era ningún inconveniente, pues tan sólo necesitaban remangarse la falda, ya que no llevaban nada debajo.
Por supuesto que para hacerse las
fotos, se les ponía "de punta en blanco" para que parecieran lo más
elegantes posible, aunque en algunas ocasiones las ropas estuvieran desfasadas
y pasadas de moda.
NOTAS: definiciones del diccionario de la R.A.E.
Camisa: Prenda de vestido interior hecha de lienzo, algodón
u otro tela, de media largura, que cubre el torso.
Chambra: Vestidura corta, a modo de blusa con poco o ningún
adorno, que usan las mujeres sobre la camisa.
Enagua:
1. Prenda
interior femenina que se usa debajo de la falda.
2. Por
extensión prenda del mismo uso que cubre también el torso.
3. Vestidura
de bayeta negra, a modo de saya, que usaban los hombres en los lutos mayores y
los trompeteros de las procesiones de Semana Santa.
Justillo: Prenda interior sin mangas, que ciñe el cuerpo y no
baja de la cintura.
Refajo:
1. Falda
corta y vueluda, por lo general de bayeta o paño, que usan las mujeres de los
pueblos encima de las enaguas. En las ciudades era falda interior que usaba la
mujer para abrigo.
2. Zagalejo
interior de bayeta u otra tela tupida, que usan las mujeres para abrigo.
También se
llama zagalejo al refajo que usan las lugareñas.
Saya: falda, prenda femenina. Vestidura talar antigua,
especie de túnica, que usaban los hombres.
Toquilla: Pañuelo de punto generalmente de lana, que usan para
abrigo las mujeres y los niños.
Como se
puede ver, el negro era el tono que más imperaba en la
vestimenta, lo cual me
recuerda las palabras de un escritor extranjero
que visitaba por aquella época
la España profunda de hambre y miseria
al afirmar, en el más puro estilo
existencialista, que "para los
españoles, la vida es lo que antecede a la
muerte".
Este es el entorno en el que se vivía
en nuestro pueblo, más o menos como en todos los pueblos próximos al nuestro,
donde la vida consistía en trabajar de forma muy precaria desde que se tenía
edad para ello, habitualmente al poco tiempo de nacer y donde el futuro era tan
próximo que se confundía con el presente. Muchas veces, con tener asegurada la
comida de los próximos meses era más que suficiente, porque en otras ocasiones
ni eso sucedía.
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